Traced in Air, el segundo álbum de Cynic, ha supuesto la espera más larga para muchos. Tras su impresionante e imprescindible debut titulado Focus, allá por el año 1993, la banda de Florida decidió no seguir adelante para tristeza de miles de seguidores en todo el mundo. Llegaron a dar algunos conciertos antes de su disolución, pero han tenido que pasar 15 años para que volvieran a reunirse y lanzar al mercado uno de los mejores discos de Metal Progresivo que una banda haya podido producir.
Su primer trabajó marcó por aquel entonces, y de manera definitiva, la forma de ver y entender la música gracias esa perfecta fusión de géneros tan dispares como el Death Metal y el Jazz. Con Traced in Air he vuelto a hacer lo mismo.
Una de las claves para empezar a entender el por qué de ese sonido tan especial la encontramos en la propia persona de Paul Masvidal, vocalista, guitarrista y principal compositor de Cynic, gracias a su espiritual visión de la vida.
Traced in Air sigue los pasos marcados por Focus, pero va mucho más allá. Las estructuras siguen siendo muy rebuscadas y variadas, con un buen puñado de riffs y partes distintas en cada tema. De hecho la duración total del disco vuelve a quedar por debajo de los 40 minutos (34 minutos y poco), como ya pasara con Focus. Y tiene todo el sentido del mundo: en esa media hora podemos encontrar la misma densidad y cantidad de información que en cualquier otro disco de 60 minutos. Pocos grupos son capaces de entender esto y en muchas ocasiones pecan de componer temas excesivamente largos. Sobre todo si hablamos de bandas de Rock o Metal Progresivo, donde la tónica general es hacer temas largos.
En Traced in Air, a diferencia de Focus, Masvidal se atreve a mostrarnos en muchas más ocasiones su voz natural dejando a un lado la mayor presencia de voz robótica usada en Focus, aunque es cierto que sigue estando presente en algunos momentos. De igual forma hay partes vocales más brutas, pero se nota que ha habido un trabajo personal importante que le ha llevado a no esconderse tanto tras dicho efecto, obteniendo un resultado mucho más cálido y menos alienígena.
Traced in Air sigue los pasos marcados por Focus, pero va mucho más allá. Las estructuras siguen siendo muy rebuscadas y variadas, con un buen puñado de riffs y partes distintas en cada tema. De hecho la duración total del disco vuelve a quedar por debajo de los 40 minutos (34 minutos y poco), como ya pasara con Focus. Y tiene todo el sentido del mundo: en esa media hora podemos encontrar la misma densidad y cantidad de información que en cualquier otro disco de 60 minutos. Pocos grupos son capaces de entender esto y en muchas ocasiones pecan de componer temas excesivamente largos. Sobre todo si hablamos de bandas de Rock o Metal Progresivo, donde la tónica general es hacer temas largos.
En Traced in Air, a diferencia de Focus, Masvidal se atreve a mostrarnos en muchas más ocasiones su voz natural dejando a un lado la mayor presencia de voz robótica usada en Focus, aunque es cierto que sigue estando presente en algunos momentos. De igual forma hay partes vocales más brutas, pero se nota que ha habido un trabajo personal importante que le ha llevado a no esconderse tanto tras dicho efecto, obteniendo un resultado mucho más cálido y menos alienígena.
Cabe mencionar el trabajo artístico llevado a cabo por Robert Venosa, quien ya se encargó de la portada de Focus y que ha vuelto a repetir ilustrando tanto la portada como el resto del libreto de Traced in Air.
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